Emprendes un viaje para conocer lugares y en realidad terminas conociéndote a ti.
30 de Abril, 2025
Como todo lo bueno, ha llegado el final de una aventura que en un principio duraría 35 días pero que finalmente se convirtieron en 90.
Así es la vida, planeamos y planeamos, creyendo que tenemos el control del futuro, cuando ni siquiera sabemos cómo nos vamos a sentir mañana.
El 5 de Enero del 2025 compré un vuelo para un viaje que debió haber ocurrido un año antes, y que por circunstancias de la vida tuve que posponer. Con aquella mezcla de temor y emoción que implica iniciar una nueva aventura, el 3 de Febrero me monté a un avión con dirección a Madrid.
Una de las más grandes desgracias de la vida es que el tiempo pasa más rápido cuando te diviertes, y eso sucedió a partir de aquel Febrero en que me encontré con amigos en la capital Española.
Aterrizar en un nuevo país sabiendo que estarás por un periodo de tiempo largo es un sentimiento extraordinario.
Aunque he tenido la oportunidad de conocer diversos lugares estos noventa días, éstos en realidad han sido un camino hacia el profundo descubrimiento de mi mismo. Hoy, con mayor claridad que hace tres meses, estoy decidido de que en mi multifacética vida cuento con deseos y aprendizajes como los siguientes:
- Ser Padre. El mundo está lleno de aventuras, y mientras más valentía tiene uno mayor felicidad puede lograr en este viaje llamado vida. Algo que muchos quizás no saben de mí es que uno de mis objetivos de vida es el de ser Padre. Durante este viaje, ver niños pequeños en la calle de la mano de sus padres, jugando en el parque y asistiendo al estadio a ver al Real Madrid, me han convencido de que en realidad no hay nada que le de mayor significado a la vida que el tener hijos. Y es que tener hijos, si se hace bien, es la oportunidad más grande que brinda la vida para actuar con base en los principios más altos que uno decide para su vida. Es la más alta promesa que se hace uno a sí mismo de vivir con plenitud.
- El alcohol es terrible. Cuando alguien de México viaja a España es común que el viaje se centre en fiesta; al menos eso sentía a mis 18 años. Hoy me doy cuenta que el alcohol y la fiesta es realmente terrible cuando ésta no tiene un verdadero propósito de disfrutar. Es desvelarse y dormir pocas horas, es intoxicarse para la desinhibición, es necesitar algo para relajarse y olvidarse de las emociones incómodas. Durante este viaje pude conocer el verdadero infierno; llegué a hospedarme en un hostal pocos días, y aunque sabía de antemano que podría ser una pésima decisión, fueron algunos de los días que más transformación dieron mi forma de pensar. En una ocasión, un noruego, señor de 60 años aproximadamente, claramente alcohólico, “desayunaba” 12 latas de cerveza y no podía siquiera concretar una palabra. Sentí una profunda tristeza y compasión al ver cómo la vida de un hombre, ya en la 2a parte de su existencia, se extinguía por culpa de la sustancia. Este momento me hizo ver en de primera instancia los terribles efectos del alcohol. Fue una forma de viajar al futuro y darme cuenta hacia donde no quiero caminar. Hoy estoy convencido que una vida que realmente vale la pena es una vida sin sustancias, de cualquier índole.
- Soy muy afortunado. Cuando uno viaja solo, hay momentos donde se extraña absolutamente todo. Desafortunadamente, hay veces que nos tenemos que alejar lo que tenemos para valorarlo. Hoy, valoro la familia extraordinaria que tengo y el apoyo incondicional que me brindan; valoro a mis amigos que hacen la vida más divertida aún en los peores momentos; valoro mi país, que aún con sus retos es sin duda un lugar lleno de riqueza y de felicidad. Valoro la comida, la música, y la alegría que comparte todo mexicano. Estando tan lejos quizás no los ves, pero te abre los ojos a las personas que realmente tienes en tu vida.
- La abundancia o la escasez están en mi cabeza. Durante toda mi vida he luchado contra una mentalidad de escasez y de auto-sabotaje. Pensar que no soy suficiente, encajonarme en lugares que me quedan chicos solo para caber, estar con gente y en ecosistemas que ni siquiera me gustan por temor a escalar a donde realmente pertenezco. Sentirme insuficiente. Creo que es algo que batallamos todas las personas en cierto momento de nuestras vidas. Hoy me doy cuenta que todo inicia en mi mente y es eso lo que lleva a actuar de la forma en que quiero. Mis pensamientos generan sentimientos, y a su vez dirigen a decisiones y acciones que transforman mi vida. Tras el viaje aprendí que todo lo que pasa en mi vida pasa primero en mi cabeza, por lo que tengo la oportunidad, literalmente, de cambiar mi vida si logro cambiar la perspectiva frente a lo que pasa en mi vida, y las acciones que tomo ante esto.
- Hacer cosas difíciles. Cuando uno vive en su país todo es comodidad. Estás acostumbrado a la gente, la comida, los lugares, y la idiosincracia de tu tierra. Cuando sales al mundo, todo esto cambia y genera, al menos al principio, un sentimiento de incomodidad ocasionada por la obligación de experimentar cosas nuevas. Implica salir de una zona de comfort sin tener una escapatoria fácil, lo que ocasiona a su vez un crecimiento en todos los aspectos de la vida. Aunque ésto se pudiera relacionar a temas superficiales, en realidad, me refiero a que la vida es mucho, mucho mejor cuando haces cosas difíciles. Hacer cosas difíciles incrementa el respeto propio, eleva tus estándares, y fortalece la confianza que tienes en ti mismo. Cuando haces cosas difíciles te fortaleces en todos los aspectos, sin importar si fallas o si tienes éxito. Correr maratones, emprender, ir a terapia, enfrentar miedos, todas aquellas tareas difíciles que he hecho en mi vida me han convertido en lo que soy, y si tengo algo claro tras este viaje de 90 días, es que seguiré haciendo cosas difíciles.
- Vivir elegante. Durante el viaje pude aprender más de la vida de Julio Iglesias. Admirado u odiado, Julio ha tenido una vida sin duda digna de observar. La realidad es que yo no tengo ídolos, porque estoy convencido que toda persona tiene cualidades buenas y defectos, algunos muy oscuros, por lo que no puedes admirar completamente a nadie. Pese a esto, dentro de lo admirable de la vida de Julio, es la elegancia con la cual ha llevado una gran parte de su vida. Ha jugado en el Real Madrid, habla más de 10 idiomas, ha conquistado diversos países con su música. Es alguien con la confianza absoluta para vivir como él quiere. Pero este no es un post sobre Julio, sino sobre todas las personas; he aprendido que en la vida todos podemos ser elegantes. Todos podemos aprender varios idiomas, todos podemos hacer cosas difíciles, y todos deberíamos tener los cojones para vivir a nuestra manera. Admiro a la gente que logra vivir de la forma que quieren, con principios, y que es realmente feliz por ésto.
- Conectar con el pasado. Aunque no todo lo del pasado es positivo, es extraordinario saber que hay gente que conoces desde pequeño con la cual sigues teniendo contacto más de 20 años después. Este viaje me brindó la oportunidad de re-conectar con amigos en Madrid y en Londres, a quienes aprecio y de quienes aprendo, además que permiten incrementar mi agradecimiento por las personas que me rodean. El viaje de la vida no es sobre los lugares que conoces, sino sobre la compañía.
Es difícil acomodar en un post lo que uno aprende en 90 días fuera de casa, pero, en síntesis, el viaje a Madrid me enseñó muchas coas de mí. A viajar ligero (en el viaje de la vida), a tener buena compañía, a ser valiente y elegante, a ser agradecido, a que nunca se está tan mal como para no ayudar a otros, a pensar en grande, a hacer cosas difíciles, a disfrutar aún en los malos momentos, a tomar riesgos, a vivir el presente, a conocer gente nueva, a sentirme cómodo en lo incómodo, a tener una vida de constante aprendizaje, a observar sin juzgar, a no tener miedo a ser juzgado.
Me enseño que España no es un país, es un estado de ánimo.
Me enseño a vivir mejor.