15 de Diciembre, 2024
Hay años que construyen el éxito y hay años que construyen el carácter.
¿Cómo describir un año que en momentos te hizo pedazos y otras veces te llevó al punto máximo de agradecimiento?
El 2024 fue un año de muchos contrastes. Disfruté el tiempo con mi familia y amigos, tuve momentos que me llevaré para toda mi vida, y también viví experiencias dolorosas que uno no desea, ni planea, vivir.
Como cada nuevo comienzo, Enero de 2024 llegó con entusiasmo. El mes de enero es uno de mis favoritos porque se experimenta la oportunidad de hacer las cosas de forma diferente, de actuar con base en la identidad con la cual realmente me identifico, y de tomar mejores decisiones. En Enero regresó el futbol a mi vida, en un torneo que jugaré con amigos, y descubrí que es algo que quiero seguir haciendo, ya que es de las cosas que más disfruto en la vida.
Febrero es el momento en que todo se empieza a desmoronar. Naturalmente pasa el ‘rush’ del Año Nuevo, y por ende es muy fácil desviarse del camino de las intenciones que uno determina a inicios de enero. Como cada año, mi cumpleaños me generó estrés y ansiedad, y es algo que al día de hoy aún no disfruto tanto. Es una de las creencias que espero cambien en el futuro.
A medio año fue cuando ahora sí, vinieron cambios importantes. No importantes porque hayan cambiado mi vida en trayectoria ascendente, sino que sucedieron cosas que sin duda dejarán cicatrices en mi vida.
El alcohol en mi vida.
Durante finales de abril regresó el alcohol a mi vida; no tanto en consumo, ya que eso ya había regresado, sino que en mi familia regresaron las consecuencias de la terrible enfermedad del Alcoholismo.
Cuando escribo lo hago para reflexión, pero en este momento no quisiera detallar en concreto lo sucedido, sino enfocar mi energía en analizar el rol que tiene el alcohol en mi vida.
Al grano: el alcohol es una droga, es algo completamente destructivo. Cuando era más joven, de manera inconsciente tomaba alcohol para poder socializar más fácilmente; el alcohol me inclinó a tomar una identidad en la que sin él no podría tener nunca una conversación o una relación adecuada con las personas. Como todas las drogas, el alcohol me rogaba que me uniera donde es aceptado, por lo que entré a círculos y toleré la relación con muchas personas que no me beneficiaban, e incluso perjudicaban mi vida. El alcohol me ha alejado de mis ideales una y otra vez, y vaya que su seducción tan fuerte hace que a veces sienta que vale la pena ese costo. Disclaimer: No lo vale.
Físicamente, el alcohol destruye; el alcohol impide tener un sueño reparador, el cual es crucial para tener una vida de un asiduo deportista. El alcohol inflama, deprime, tira el pelo, destruye la confianza en mi mismo y me inclina a afectar a las personas que más quiero.
No hay, literalmente, UN solo elemento positivo que contenga el alcohol. Literalmente me he dado cuenta que puedo vivir sin él, y aunque he decidido consumirlo de forma moderada, mi objetivo es en realidad consumirlo de forma mínima y solo en ocasiones muy especiales, en dosis diminutas. Uno de mis objetivos del año entrante es alejarme poco a poco del alcohol.
Hay algo que sí le agradezco al alcohol.
Tengo que aceptar que desde pequeño mi vida ha sido extraordinaria; como cualquier vida de los seres humanos, he tenido altibajos y han habido claroscuros en mi vida y la de mi familia, pero en términos generales casi todo ha tenido un balance positivo.
Fue el alcohol, y el alcoholismo, lo que me acercó a Dios y me hizo crecer espiritualmente. Fue el alcohol el que me ha permitido saber quien NO soy y en qué NO me quiero convertir. El alcohol, y la recuperación dentro de Monte Fénix, me han ayudado a hacer una profunda introspección sobre mi vida, sobre mis emociones, sobre lo que tengo que mejorar. Monte Fénix ha sido un gran apoyo para mi vida.
La Vístima
Este año también he vivido muy de cerca el estado de Víctima. El estado preferido de un gran porcentaje de las personas es el de la victimización. Este año me he dado cuenta del tiempo que gasto quejándome, y de cómo la queja no solo no cambia mi situación en lo absoluto, sino que se convierte en una pérdida de tiempo e incentiva un debilitamiento de una fortaleza mental necesaria para progresar adecuadamente.
A partir de este año uno de mis objetivos es quejarme menos y agradecer más, sin importar lo que esté pasando en mi vida; es fácil decirlo cuando las cosas van muy bien, pero el reto será cuando todo sea oscuro y cuando lleguen las dificultades. Algo que quiero sentar en mi identidad de una vez por todas es: No soy Víctima. Quejarse es para tontos. Soy agradecido de lo que me está pasando y voy a mejorar por ésto que está sucediendo.
Dejo a la víctima aquí, en el 2024.
Al ser el primer año que escribo estas cartas, quiero comprometerme desde hoy a hacerlo de forma anual, cada año que pase de una forma más completa y más reflexiva. A partir de hoy estaré más consciente de mis decisiones y seré la persona que realmente estoy destinado a ser. A partir de hoy me regiré con base en estándares muy altos y en los principios que hacen que la vida merezca la pena.
Hoy valoro mucho las dificultades que he enfrentado porque me han ayudado a crecer, y soy agradecido por la oportunidad de seguir el camino un año más.